El mensaje de las emociones

¿Has pensado en el mensaje de tus emociones?

Pues si no has considerado sobre esto y te gusta cuidar tu interior con vista a conseguir un crecimiento personal adecuado, debes tener el tema en cuenta. OJO: solo pretendo interesarte en que busques información, que leas sobre la importancia del aprendizaje de las emociones, saber gestionarlas, porque ellas son como una guía importante a tener en cuenta para manejarnos. Siempre estamos sintiendo y reaccionando.

De ellas se habla poco, excepto cuando desde lo particular nos interesamos en el tema, ya que se nos suele educar con las clásicas matemáticas y literatura, pero apenas nada de inteligencia emocional. Por eso insisto en lo ideal de conocerlas porque todas las emociones nos transmiten mensajes. Creemos que son unas pocas y que más o menos las conocemos, pero me he sorprendido al saber que hay más de 150 emociones reconocidas según los estudiosos del tema. Por supuesto de más decir, que sería un batazo que las domináramos en su interpretación donde me incluyo, aunque claramente pensar esto hasta yo misma lo veo como la ficción de “en busca de la persona perfecta” y no es el plan.

En cualquier caso, saberlas distinguir y gestionar sí que es bueno para la resolución de conflictos, para tener respuestas adecuadas de nosotros mismos y los demás en relación a la empatía que debemos mostrar y también a saber evitar algunos comportamientos, ya que las emociones mal gestionadas nos pueden desbordar sin saberlo.

Cuando de pronto sudan las manos, las axilas, nos ruborizamos, etc, debemos entender que nos está llegando una emoción, el cuerpo nos está avisando: ¡Estate atento que algo ocurre! Hay que observarse, preguntarse a uno mismo, detectar lo que nos está avisando desde el cuerpo.

Todos conocemos por ejemplo, a alguien que siempre recibe mensajes de reproches, críticas, quejas e inconformidades por parte de la madre, pues seguramente al ir recibiendo esos mensajes destructivos, si la persona en cuestión no ha sabido gestionar las emociones que han provocado, es muy probable que con el tiempo el sentimiento hacia la madre sea de rechazo total.  

Hay muchos casos similares en nuestras vidas. Uno de ellos cuando la pareja o un hijo está callado, aislado, con un rostro quizás apagado y allá vamos preguntando ¿Qué te pasa?  Y nos responden con un grito o un NADA que nos deja en desconcierto total. Esto suelo ocurrir en estado de analfabetismo emocional.

Las emociones están ahí al sobrevivir, son un mensaje inmediato que salta, que aparece, son biológicas, instintivas e involuntarias. Precisamos enterarnos de ellas, trabajar para saber qué hacer con la información que nos dan, cómo manejarlas, y no solo para nosotros mismos, sino que creo que nos puede ser útil conocer el manejo de las emociones de las personas más cercanas en nuestro entorno. Si las desconocemos no sabremos qué hacer y corremos los riesgos de encontrarnos en situaciones de enojo, de tristeza, desconsuelo, amargura, miedo.

Los sentimientos en cambio ya han tenido un proceso anterior, han sido como depurados y están en la memoria. Bueno no siendo experta en el tema, mi objetivo es solo despertar un mínimo interés que sirva de inquietud motivando la documentación. Se me ocurre contar un ejemplo de algo que sucedió en un taller sobre la personalidad que celebramos en la red: tratando de estos temas yo misma hablé de mi sentimiento de asco por la col cocida. Es un recuerdo que está desde la primera vez que la tuve delante, aún sin probarla me provocó una emoción difícil de explicar, pero que la he tenido siempre y como esto lo tengo desde siempre en mi memoria, tengo ese sentimiento de asco a la col cocida.

Entonces saltó un compañero del taller que dijo que a su padre le pasaba lo mismo, pero que él se enoja, da un manotazo en la mesa o tira el plato. Esta charla surgida espontáneamente, fue perfecta para el profe que nos explicó, que muy probablemente el padre de pequeño, seguramente cuando no le gustó la col armó una pataleta en la mesa y nadie entendió esto como una señal. Siguieron sirviendo col porque era lo poco que habría de comer y como este mensaje se quedó sin interpretación, así ha pasado por la memoria de este señor que aún en la actualidad conserva el sentimiento de enojo ante la col cocida. ¿Curioso verdad? A mí en su momento me resultó muy esclarecedor.

Invito a que nos preocupemos por el conocimiento de las emociones, que no se trata de ser psicólogos, pero seguramente sí que podamos aclararnos dudas y mejorar comportamientos.

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