Hablando de… las madres

¿Por qué nos resulta tan difícil hablarnos a nosotros mismos de nuestra madre?

Tema tabú donde los haya no todos tienen la madre fantástica y maravillosa que se espera tener. Mamá es en sí misma la palabra que incluye el concepto de todo lo bueno que nos puede pasar, del amor y la protección que esperamos, sencillamente por intuición.

En la infancia se posee la idea de “cómo tiene que ser mama” pero si no fue así y resultó diferente, entonces se vive con unas huellas difíciles de llevar porque en general nos duele verbalizarlas, ya que los hijos han sido educados en el pensamiento del agradecimiento eterno a la madre por todo lo que han hecho por nosotros. En general estas relaciones son complicadas y como las madres son referencia, estas influyen posteriormente en las relaciones personales y la propia autoestima de los hijos.

Reflexionando en la tendencia de negar la maternidad, (independientemente de los factores económicos que puedan incidir en estas decisiones), en lo que se refiere a la ausencia en sí del deseo por ser madres, creo que puede deberse a no querer repetir en los hijos el “cómo me siento yo ahora respecto a mi madre”. También están esas madres que no castigan, corrigen ni obligan optando por el consentimiento, ya que se niegan a repetir la educación de gritos y castigos que ellas recibieron educando entonces a pequeños monstruitos, personas indefensas con baja autoestima, hijos caprichosos, etc.

Llegado aquí me pregunto: cuándo o cómo nos quitamos esta inquietante sensación.

Resulta evidente que casi niñas de 16 o 17 años que han sido madres, no han podido disfrutar del deseo por la maternidad, ni la satisfacción del embarazo sencillamente, porque no se está preparada en esas edades, no se tiene claro qué se debe o puede transmitir a un hijo.

En las anteriores generaciones esta ha sido la situación casi habitual, entonces es lógico que sin la madurez adecuada y una concepción del mundo bien encajada, a estas mujeres con baja autoestima, los hijos les quedaran grandes, ellas que son muy jóvenes no los aceptan plenamente porque no era el plan o porque esperaban un chico y no una chica, en fin un cúmulo de todo que provocan relaciones difíciles, porque ellas son la referencia y sin embargo, no han sido capaces de transmitir la educación y el amor que un hijo supone que va a recibir. Probablemente esto provoca personas con un interior complicado.

Pero ¡mamá es lo máximo!

Así que vivimos con la preocupación constante del ¿cómo podemos resolver estas inquietudes que tenemos respecto a nuestras madres y no repetirlas en nuestros hijos? sobre todo porque necesitamos sentirnos bien.

Por todo lo comentado opino que necesitamos, “recuperar esas historias vividas de manera singular con nuestras madres” y, con terapia o no, expresarlas y curarlas, para entonces con las ideas claras de lo sucedido y desde la tranquilidad poder reconciliarnos con ellas, con nosotros mismos, poder ser felices, capaces de vivir sin “ese peso” y disfrutar de la educación de nuestros hijos sin repetir patrones que nos pudieron haber dañado.

2 comentarios en “Hablando de… las madres”

  1. Una madre es una persona como otra cualquiera, con sus defectos, virtudes, inseguridades, alegrias y tristezas. Eso sí, es imprescindible tener un gran sentido de la reponsabilidad, espíritu de sacrificio y sobre todo mucho amor para dar.
    Es sabido que no todas tienen estas cualidades y en esos casos yo les digo: por favor cuídate y no traigas un ser humano al mundo.

    1. Muy buen consejo, porque sólo con los años muchos al fin entendemos esa preocupación social por evitar que las chicas tan jóvenes sean madres y es que en esas edades aún no se está preparado para regalar amor maternal. Gracias por tu comentario

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