¿Imaginabas tu vida tal cual está configurada a día de hoy?

¿Imaginabas tu vida tal cual está configurada a día de hoy?

Para esta pregunta hay dos respuestas inevitables: si o no. Sin embargo es bien probable que existan matices que encierren poco más o menos la idea de que “ni siquiera he podido pensar mucho en esto”.

Muchos crecemos sin expectativas de futuro. No solo estoy teniendo en cuenta el crecimiento personal interno; me estoy refiriendo fundamentalmente a esas ideas de que “… a los 30 yo me veía ya con una vivienda en propiedad, una carrera terminada, un buen trabajo y quizás empezando ya a pensar en formar una familia”.

Si recordamos las fotos de nuestros padres y abuelos, se veían ya a los 30 años como personas muy mayores con esos tremendos bigotes ellos, y las mujeres con niños en los brazos. Nos contaban que ya tenían su casa, un patrimonio y seguían trabajando para el bienestar de sus familias.

Hace ya de unas generaciones acá, ni siquiera se pueden platear estas ideas. Lo de tener una vivienda propia es prácticamente imposible. La mayoría de los jóvenes si acaso consiguen independizarse de los padres, aspiran como mucho a compartir piso con amigos.

Es cierto que en esto de imaginarse y marcarse un rumbo, también en ocasiones depende de algunos rasgos personales de cada individuo, del grado de madurez, de con quién te juntas en tu juventud, a qué amigos te arrimas y cuál es tu círculo cercano; quizás por ahí uno se encamina hacia una dirección equivocada o no.

Pero está ocurriendo que en el mundo actual tal y como está configurado, cuando se empiezan a ver “las cosas” con más claridad, cuando ya te planteas una idea, hacer algo, lo que quieres ser y lo que no, entonces te das cuenta que ni siquiera tienes las herramientas adecuadas, porque has perdido el tiempo, en solo centrarte en terminar la carrera y viajar un poco, que es como mucho, las mejores aspiraciones que se observan en la mayoría de los jóvenes. Es como acabar conformándose en que no se puede hacer más.

Proponerse expectativas patrimoniales al lado de un número determinado de edad es misión imposible. Así que al final se deja que la vida fluya y se va tomando al toro por los cuernos en la medida que se presentan las oportunidades.

Es indiscutible que es apasionante conocerse, saber quién eres, tener al menos ideas de qué quieres y qué no te interesa. El tenerte claro a ti mismo, es una ventana abierta al desarrollo de la personalidad y la mente lista para tener una vida adulta lo más plena posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

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