ISMAEL

ISMAEL

¡Me gusta tanto Ismael! Cuando lo veo siento que me alivio de cualquier dolor y se me pone una sonrisa que apenas se desdibuja mientras él está presente.

Ismael no solo es el cura de la parroquia del barrio, es un hombre que se deja y se hace querer, porque aunque el Covid siga ahí da igual. A él hay que achucharle, abrazarle y apretarle fuerte contra el alma, con la ilusión de conseguir arrebatarle un pedacito de su infinita fe… ¡a ver si de una vez no se me olvida que tengo que tener más presente en la mente y en mi vida a Jesús!

Y esto que os cuento es lo que he conseguido en mi entrevista, porque con su magia de palabras, que no tengo idea quién se las dice al oído, lo que me ha transmitido es su alegría por la vida que dice compartir de la mano de Jesús, del que habla como su colega, tal cual y como él lo siente.

Cuenta que no se separan ni en sueños, que le tiene adherido a la piel, tomado de la mano y metido en su corazón. Así de sencillo. ¡Yo le escucho y parece tan fácil!… Ahí lo dejo.

Ahora bien, lo que me ha resultado admirable, es el orgullo y la seguridad que Ismael transmite cuando explica que ellos dos se llevan tan bien, que nunca se abandonarán uno al otro, porque Dios es bueno y él sabe que nunca lo dejará solo.

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