MI DUENDE

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MI DUENDE

Tras realizar las «fotos» de mis pechos, según lo establecido, el técnico me informó que pasados diez días estuviera pendiente del resultado de la mamografía que llegaría por correo ordinario. No quise desesperarme e intentando ser paciente fui dejando correr hasta quince días y finalmente acudí ansiosa, llave en mano, a abrir el buzón de correos.               

¡Sorpresa! ¡Hay un pitufo! Bueno, eso me ha parecido. He encontrado una criatura de unos cuatro centímetros de altura, muy azul, con boina y botas blancas. Me ha recibido con enorme alegría y a la vez preocupado. No ha tenido en cuenta mi sobresalto ni mi boca abierta, que, por cierto, la he cerrado pronto por miedo a que me saltara dentro. 

No podía articular palabra. Él aprovechó para explicarme con voz de pito, que está inquieto por su futuro. Dice estar seguro de que, cuando alcance su máxima altura de unos siete centímetros, va a tener que permanecer sentado esperando por el cartero. Como yo no podía articular palabra, continuó.

—No obstante, no te preocupes. Tengo fe en que cuando eso ocurra ya habrás decidido cómo llevarme contigo —al ver la expresión de mi rostro dijo—. Puedes cerrar la boca o quedarte así momificada. No voy a saltar ahí dentro. Ahora bien, entérate de que estoy aquí porque soy tu duende cuidador.

Sobre la marcha se dio la vuelta entregándome un sobre amarillo.

— Aquí tienes tu carta con el resultado negativo de tu mamografía. Debes saber que estaré por toda la eternidad, mediando en el recibimiento de tus buenas noticias, alerta de que, si llegara alguna mala, se la devolveré al cartero con el encargo de remitirla a vuelta de correos, o a quién corresponda. Mi misión es protegerte y evitar que recibas mensajes negativos que incidan en la tranquilidad de tu vida. Cuento con que te lo pienses y me tengas en cuenta, pues si decides llevarme contigo, por ejemplo, en tu bolso, dejarme dormir en tu cama, te aseguro que no te molestaré. Como mucho, si me siento olvidado, te haría cosquillas cuando metas la mano en el bolso a por el móvil y será porque yo también tengo corazoncito. Recuerda que soy tu regalo. Soy tu duende.

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