
¿Cómo sientes tu relación con las mentiras?
Todos nos reconocemos como personas legales que vamos con la verdad por delante. Nos gusta que esa sea la imagen que se tenga de nosotros, sin embargo estoy casi segura que por lo incómodo del tema, ni siquiera nos planteamos preguntarnos si este deseo se ajusta a la realidad. Creo que es algo que no nos cuestionamos ni en nuestro yo más profundo.
Desde hace tiempo le doy vueltas a este tema, porque sé lo incómodo que resulta reconocer que alguna vez hemos mentido. Hay gente a la que no le gusta ni siquiera plantearse la pregunta.
Es por esto que sin más les comento: reconozcamos de una vez sin tapujos que todos mentimos. Aunque claro, conviene tener en cuenta que tal afirmación tiene explicaciones porque el hecho de mentir está como disfrazado de matices.
Siendo niños las descubrimos y las usamos a nuestra conveniencia según las necesidades de cada uno, hasta como una forma de juego o para suplir ausencias en algunos casos. Ahí tiene que jugar su papel la educación, con el objetivo de impedir que algunos individuos las conviertan en un hábito tan adherido a la piel que lleguen incluso a convertirse en mentirosos patológicos.
Pero sin llegar a estos casos extremos las mentirijillas de la infancia, no son más por regla general que instrumentos para jugar o justificar trastadas ante padres y maestros.
Lo que sí es ya después verdaderamente importante es la relación que como adultos tenemos en el uso de las mentiras, porque todos alguna vez recurrimos a ellas en nuestra vida, ya que hacer uso de la verdad en algunos momentos nos puede resultar peligroso y si te muestras con lo verdadero, hasta te puedes arriesgar a perder algo valioso. Quiero decir que hay momentos en que recurrimos a su uso como salvavidas de una situación determinada, incluso aun cuando probablemente esta mentira nos produce angustia pero necesitamos usarla como protección. Esta es el tipo de mentira en la que creo absolutamente que nadie se salva de ella.
También está cuando mentimos por educación. Es ese momento en que un amigo te enseña el estiloso modelo de chaqueta que se acaba de comprar, ¡lo último de la moda! y tú la encuentras espantosa, pero por educación le dices que sí, que es una pasada, fantástica, maravillosa. Aunque también puede este amigo, encontrarse con una persona pesada como yo, de esas que vamos con la verdad por delante duela a quién duela, y que le suelto directamente que es horrible. Él se queda a cuadros y yo me quedo tan pancha. ¿Esa es tu mentira por educación y mi verdad por mal educada?
Tema interesante. Miente el político, mienten los empresarios, mienten los ricos en su Declaración de la Renta… Particularmente mi relación con la mentira y la falsedad es muy incómoda con respecto a los demás. No me gustan.
Tienes tanta razón. Efectivamente toda esa gente nos mienten constantemente y serían necesarios mil artículos, análisis y diagnósticos exclusivos para ellos, pero por supuesto mejor que se ocupen los especialistas. Al menos yo al respecto de esta gentuza prefiero callarme porque ellos tienen el poder y yo no quiero enfermar. Espero algún día la vida les pase factura de alguna manera por el daño que hacen a la sociedad. Saludos