
16 de junio - Día internacional de las REMESAS FAMILIARES
A veces duele a los que estamos al pie del cañón con las remesas familiares, el escaso reconocimiento social e incluso familiar que percibimos por nuestros sacrificios. No se trata de celebraciones con bombos y platillos cada vez que aportamos nuestro esfuerzo en cualquier forma, pero ocurre, que aunque comprensible, en ocasiones se nos pide mayores aportaciones. Y lo trágico de la situación no está en los familiares y amigos que piden, sino en los gobiernos de esos países que están ya acomodados a los ingresos percibidos por remesas que van directamente al consumo, y también a los organismos internacionales que no se organizan estableciendo parámetros de cooperación dirigida a los países más pobres.
Se carga en los migrantes la responsabilidad de los giros, recargas de móviles, comida, medicinas, hasta educación, cuando esos migrantes en la mayoría de los casos se encuentran en los países de llegada sin trabajo, y en los mejores casos, desempeñando los trabajos que no aceptan los nativos del país en cuestión. Los migrantes son los que limpian, trabajan en el campo, en la construcción, realizan las labores de cargas en los puertos. Los migrantes hacen los trabajos más difíciles, en pésimas condiciones, sin contratos laborales y por escaso dinero.
Los países receptores de las remesas abusan en el cobro por las transferencias, siendo este punto clave en la lucha por la reducción de dichos cobros ya que, más que nunca ahora en los tiempos de pandemia que vivimos, estos envíos de dinero desempeñan un importante papel en el mantenimiento del funcionamiento de servicios esenciales y también de la economía en general en muchas partes del mundo. Hagamos que este mensaje ruede y ojalá mueva conciencias.