SILENCIO

SILENCIO

¿Alguna vez has tenido que convivir con una persona en silencio?

En las relaciones emocionales que ocurren en las parejas alguna vez se cuela EL SILENCIO que se ocupa de conformar el trío con el que no se cuenta. Él aparece inesperadamente convirtiéndose en el especialista que ignora las demandas y los reclamos de atención. Es todo un abusón psicológico de primera. Ver, oír, callar.

Es terrible convivir con alguien que esgrime el silencio porque aunque sutil, es una de las peores manifestaciones del maltrato psicológico. De esto sé un poco porque fui maltratada con EL SILENCIO. Pero eso ocurrió hace ya mucho tiempo, tomé mi camino, rompí barreras y ahora hablo con todos y de todo por los cuatro costados porque para mí la comunicación es vital, es un fenómeno puramente humano y la forma estrella imprescindible para conseguir relaciones satisfactorias o felices en su caso.

 Pero resulta que ahora, tantos años después de esa adversidad, tengo una amiga que tristemente padece el silencio de su marido.

Claro que ella no comprende qué está pasando. Me recurre en su desconcierto para contarme con ojos llorosos que él es un buen hombre, que sólo es cuestión de saber vivir con él, pero que su silencio le resulta arrollador, que ni se enfada, que él va siempre “a lo suyo” porque hace muchas cosas fuera de casa estando siempre ocupado y claro, al llegar a casa solo quiere ducharse y comer. No tiene ganas de hablar de lo cansado que está y que ella lo comprende porque siempre llega enfadado ¡con tantos problemas que debe tener! Pero que hace días ya no le da ni las buenas noches.

Tengo que aguantar los enormes deseos de cogerla por los hombros, sacudirla y alertarla que necesita ayuda, pero sí, comprendo que hay que ayudarla poco a poco, pues está en un proceso de descubrimiento y aceptación tal de la situación, que hasta justifica el silencio.

Vale aclarar que puede ocurrir en raras ocasiones que el que esgrime el silencio puede que no sepa el daño que hace. Quizás es una persona que le cuesta la comunicación. Lo terrible está en que con el tiempo, llega el momento que descubre que con su silencio hace daño, pasando ya entonces a esgrimirlo consiente y como manera de desmoronar a la pareja.

Así se utiliza esta variante de maltrato que tanto daño hace. Ocurre que cuando estás hablando, la otra persona sigue en “lo suyo”. No contesta, no hace caso y aunque preguntes, la respuesta es nada.  Con el tiempo, llega el día que por respuesta se recibe una mirada de reojo o de desprecio.

Es muy probable que de ahí no se pase por lo que aparentemente no hay miedos. Sin embargo día tras día y tras año, la contribución del silencio es a favor del deterioro, aburrimiento, ansiedad, tristeza, que te va envolviendo de tal manera que de pronto ni te reconoces.

Se vive en pareja, incluso en familia, pero en silencio. Hay malas caras, muecas o gestos, miradas de reojo, se ve la tele en silencio, se desayuna en silencio, se está en silencio. Así es que como ni te has peleado, todo parece indicar que no hay nada por qué discutir ni nada que perdonar.

Para mi modo de ver y sentir el silencio lo considero una apisonadora de parejas o de relaciones humanas sean las que sean. Las victimas del silencio muchas veces no saben identificar, dónde está el problema y cuando preguntan a la pareja reciben una mueca con más silencio.

En el mejor de los casos un buen día se decide ir al psicólogo a ver qué dice y cuando refiere que lo narrado es violencia de género, dejas de ir a ese médico porque no tienes marcas de ningún golpe en la piel. Nada de comentar en casa tu experiencia a la persona silenciosa porque sabes que fijo se enfadará y burlará que “… esas son cosas de la tele y las noticas que solo hablan de violencia, de machismo, que nosotros no tenemos esos problemas, ¡tómate un calmante y se te pasará!”

Quien ejerce el silencio sea quien sea (hombre, mujer, una madre, un hijo) con su acción no deja heridas en la piel. Es un maltratador con una inseguridad tremenda que nunca reconoce y su silencio es una manera de salvaguardarse a sí mismo de sus inseguridades.

Shakespeare refirió como “el peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia…”

El silencio es un castigo cruel hacia otro ser humano que si no sabe identificar qué sucede, lo desconoce o tiene una autoestima baja, resulta aplastante porque además, lo que persigue el maltratador silencioso con su aparente pasiva actitud, es hacer siempre su voluntad, porque está claro que él no cederá nunca y sabe que a través de su silencio te debilita.

Cada día recibimos noticias de víctimas de violencia de todo tipo en cualquier persona, incluso niños y hasta con resultado de muerte. Sin embargo apenas hablamos del silencio. Este es un tema delicado, complicado, hasta incómodo, pero hay que difundirlo. Hablarlo mucho y en voz muy alta para que llegue a muchas personas que quizás no tienen idea de lo que les está pasando.

Si te sientes así pregunta, investiga, asegúrate de no estar sufriendo este abuso tan inhumano. Ten presente al menos, que el silencio puede llegar a ser un arma letal.

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